Después de "Mariposas" y "Lagartos",
"Cangrejos" completa un tríptico surrealista donde una constelación
de animales multicolores invade el espacio que queda alrededor de una cara que
emerge de la nada.
Como en sus dos composiciones anteriores, el artista toma al
observador desde el lado opuesto pintando la expresión de una cara que no
corresponde a la esperada en el contexto establecido: aquí, uno pensaría en
encontrar un puchero de asco provocado por el enjambres de cangrejos que
invaden ampliamente la cara en lugares ... ¡pero no en absoluto! La cara abraza
tiernamente un pequeño cangrejo y no le importa nada más.
Hay un país de colores de hadas en las conchas de estos
cangrejos, joyas vivas girando sobre un fondo dorado.