Dos bailarines, un hombre, una mujer, en plena ascensión celestial se unieron a una procesión de diversas aves. Sus rostros expresan una alegría intensa mientras se elevan a las alturas. ¿Está la mujer tratando de unirse al hombre que tiene delante en este ascenso? ¿Sabe siquiera que ella está ahí, tan cerca de él?
Una nueva variación del sueño donde la danza sigue ocupando el espacio. El artista continúa esta experiencia de ligereza asociada a la alegría al dejar la tierra. La libertad de los cuerpos en movimiento se asemeja al batir de un ala: para perseguir el sueño, ahora hay que escapar cada vez más alto si se quiere escapar de las contingencias de la realidad.