El artista continúa explorando la danza a través de este vibrante lienzo.
Una bailarina cuyo cuerpo solo vemos en movimiento se entrega por completo en un trance incandescente. La tormenta que arrasa a su alrededor evoca una danza de la lluvia, una danza compartida con cinco quetzales girando, magníficas aves coloridas emblemáticas de Centroamérica y símbolos de libertad. Figura del hada o de la bruja, el tonto de larga cabellera pelirroja y vestido rojo se rinde a la alegría, al poder de existir en el momento presente. Ella invoca y derrota a los elementos en una exuberante naturaleza de fantasía y la noche fantástica, entre el perro y el lobo, el bien y el mal, la vida y la muerte ...
En reacción a estos tiempos oscuros en los que COVID, el calentamiento global y la tentación de los estados de confiscar libertades, el pintor elige los quetzales, aves exóticas amenazadas que se dejan morir si están encerradas y una mujer libre, apasionada y, una vez más, una amante de su destino.