Después de los cálaos y casuarios, ¡aquí están las arpías
como pájaros de (mala) compañía para este nuevo autorretrato! Pero donde
estamos ¿En el escenario de una obra subvencionada? ¿Es esta una representación
del infierno? El rojo de la habitación le permite imaginar… Junto al pintor,
las arpías aparecen enormes y aterradoras. Sus grandes rostros evocan máscaras
de teatro asiáticas hiper expresivas. Sentado en una posición muy incómoda, con
una larga bata negra, la artista nos mira preocupada y quizás hasta suplicante.
Muchos temas cruzan la web.
Las hijas de Tifón no son aquí tres sino cuatro: quizás una
síntesis entre los cuatro jinetes del Apocalipsis y las deidades mitológicas de
la devastación ... ¿Estaríamos al borde de sufrir un castigo divino cuyas
plagas vemos en el calentamiento global? ?
Esta joven con un negligé de seda negra sobre un fondo rojo
con la sombra de su silla que se parece a la de la Parca ... ¿Será esta una
nueva interpretación de la joven y la muerte? ¿Una nueva representación de la
pareja contradictoria de Eros y Thanatos? Después de Reflektor que cuestionó el
envejecimiento del artista, ahora estamos inmersos en un nuevo cuestionamiento
de nuestro próximo fin.
¿Pero acaso ya estamos después de la muerte, en un huis-clos
sartreano donde las arpías son figuras alegóricas de jueces, de mujeres
malvadas, que atormentan a la joven en un infierno que no tiene fin?
En definitiva, un lienzo muy oscuro, cargado de esa energía
ambivalente del rojo, lejos de la positividad de los colores deslumbrantes a
los que nos tiene acostumbrados el pintor.