La obra está habitada por un profundo deseo de pureza y
poesía.
Dos chicas jóvenes con vestidos largos e inmaculados,
obviamente binoculares, nos enfrentan en un entorno boscoso donde viven entre
venados.
Este universo sobrenatural nos parece liberado
subrepticiamente de la niebla.
Quizás el momento de un sueño, ¿nos hemos unido a la leyenda
artúrica del corazón del bosque de Brocéliande?
Entonces estaríamos en presencia de una encarnación gemela
de Viviane o tal vez de niñas imaginarias de Merlín y la Dama del Lago,
guardianes de las artes y las letras (la que tiene un libro abierto en su
regazo) y protectoras de los anfitriones de estos bosques (el que tiene la mano
en el cuello del ciervo).
Esta pintura retoma el tema del realismo mágico que le gusta
particularmente al artista.