En la pintura, la deforestación está furiosa. El hombre
alborota, quema todo a su paso.
Vio felizmente la rama en la que se sienta, la de los vivos.
En un sueño, el pintor se ha unido a sus hermanos animales y
ella perece en este infierno que se les inflige.
El orangután, primate gobernante de Borneo, sostiene al
artista en sus brazos y le pone una mirada llena de compasión y lástima.
Pensamos en una forma desviada de la Piedad, donde el hombre
es el niño del reino animal: un ser inmaduro e intrascendente, que no sabe lo
que está haciendo.
En el cielo un testigo, un ángel abigarrado.
¿Es un ángel anunciador, un castigo divino? ¿Del
apocalipsis?
Es difícil saber si la masa verdosa que se encuentra en la
distancia representa el dosel o la ola despiadada de un tsunami ...